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Crímenes Reales Sin Resolver Parte # 5 - Podcast Shorts

Crímenes Reales Sin Resolver Parte # 5 - Podcast Shorts 3l2q71

4/6/2025 · 06:49
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Descripción de Crímenes Reales Sin Resolver Parte # 5 - Podcast Shorts 3v5v53

Crímenes sin resolver - Oscuridad en tres actos Un especial narrado con la voz invisible del misterio. Como lo haría Carles Porta, como se susurra en la niebla: con respeto, con hechos, y con las preguntas que no nos dejan dormir. Número 3: El crimen de Susana Acebes (Zamora, 2000) Una escena del crimen manipulada. Una víctima estigmatizada. Un asesino que quiso engañar a todos. Susana Acebes tenía 25 años, un hijo pequeño y una vida por delante. Había recuperado su libertad tras un divorcio precoz y soñaba con vivir lo que no pudo durante su adolescencia. Era una mujer decidida, con ideas modernas, y eso, en la Zamora del año 2000, resultó ser más peligroso de lo que parecía. Fue hallada muerta en su domicilio. Lo que primero pareció una escena de sexo casual que acabó mal se convertiría, años después, en una de las farsas criminales más vergonzantes que ha afrontado la Policía Científica. El forense apuntó a un encuentro sexual sin precauciones. El juez lo vio claro. El fiscal también. Cerraron el caso con un sello de negligencia y silencio. Pero los hechos hablaban otro idioma. Años más tarde, el Grupo de Homicidios de Zamora revisó la escena. Y lo que encontraron fue una ficción montada con precisión. Había colillas que no eran suyas. Bebidas a medio tomar que no aparecían en la despensa. Ropa interior con restos de semen que no se correspondían con ninguna relación conocida de Susana. Y lo más inquietante: un preservativo introducido en su vagina. De forma artificial. De forma macabra. El ADN hallado allí no coincidía con el de nadie registrado. Tampoco con el de la principal persona sospechosa: una expareja con antecedentes, imputado en su momento, pero liberado por falta de pruebas directas. Teorías que siguen vivas: El montaje del asesino: Usó pruebas falsas para simular un encuentro sexual descuidado, desviar la atención hacia la víctima y frenar la investigación. Estigmatización institucional: La vida personal de Susana influyó en cómo se interpretó el crimen desde el inicio. "Una chica con vida sexual libre... podía pasarle cualquier cosa", pensaron. Y eso fue un crimen más. El asesino aún camina libre: El ADN no identificado y el perfil del crimen indican premeditación. El asesino probablemente conocía el sistema. Sabía qué dejar, y dónde. Veinticuatro años después, nadie ha pagado por su muerte. La escena sigue contaminada. Y lo que quiso parecer un accidente es hoy una herida abierta en la memoria de su hijo, que creció sin saber por qué la justicia abandonó a su madre. Número 2: Gloria - 25 años ni viva ni muerta Desaparecida en una clínica psiquiátrica. Ignorada por la justicia. Olvidada por el sistema. Gloria Martínez Ruiz tenía 17 años cuando, en 1992, fue internada por voluntad de su familia en la clínica psiquiátrica Torres de San Luis, en Alicante. Había tenido episodios de ansiedad y pensamientos desordenados. Quienes la atendieron prometieron tranquilidad, vigilancia y un entorno profesional. Pero esa promesa se rompió para siempre la madrugada del 19 de julio. Según la versión oficial, Gloria salió semidesnuda y descalza de su habitación, cruzó pasillos sin que nadie la viera, y escapó por una salida secundaria. Nadie supo cómo. Nadie supo cuándo. Cuando la clínica avisó a la Policía, ya habían pasado demasiadas horas. Las cámaras de seguridad no funcionaban. No había testigos. No había un registro claro de los turnos. Y lo más grave: nadie podía asegurar que Gloria hubiera salido sola. Ni siquiera que hubiera salido. Su familia, desde entonces, vive entre dos dimensiones: una sin cuerpo, otra sin certeza. Veinticinco años sin rastro. Ni una pista. Ni una prenda. Ni un ruido. ¿Cómo desaparece así una persona dentro de un centro cerrado? Teorías que sobreviven al tiempo: Fuga con consecuencias trágicas: Quizás salió, se desorientó y cayó víctima de un accidente o de manos anónimas. Encubrimiento interno: Un error fatal o una negligencia grave en el interior de la clínica encubierta con la historia de una fuga. Redes de trata o explotación: Una línea de investigación nunca explorada a fondo, quizás por lo incómodo de mirar en esa dirección. Gloria sigue sin acta de defunción. Tampoco se ha emitido ningún certificado oficial que la considere viva. Para el sistema no existe. Para su madre, sí. La busca. La nombra. La recuerda. Y esa es la lucha: contra la burocracia, contra el olvido, contra un silencio que huele a encubrimiento. Número 1: El crimen de Susqueda (Girona, 2017) Una pareja joven. Un embalse profundo. Y una investigación marcada por el silencio, la niebla y las sospechas sin pruebas. Marc Hernández, 23 años. Paula Mas, 21. Pareja desde la adolescencia. Jóvenes, tranquilos, aventureros. Salieron en agosto de 2017 con su coche, una canoa inflable y el plan de acampar cerca del pantano de Susqueda, Girona. Nadie volvió a verlos con vida. El coche apareció días después, hundido bajo el agua. Las piedras sobre los pedales indicaban una voluntad deliberada de hacerlo desaparecer. El móvil de Paula se conectó por última vez a una antena cercana. Pero ningún testigo vio nada. Ninguna cámara captó nada. Sus cuerpos, flotando en la superficie semanas después, estaban ya mutilados por el entorno acuático. Sin embargo, presentaban signos de violencia. Se investigó a un hombre del entorno: Jordi Magentí, con antecedentes por violencia y presencia en la zona. Pero las pruebas eran circunstanciales. Localización telefónica. Movimientos sospechosos. Pero nada más. La jueza decretó su puesta en libertad provisional. Y el caso se congeló. Como el agua que calla. Hipótesis que rondan las copas del bosque: Crimen pasional o impulsivo: Un atacante que reaccionó por celos o conflicto con alguno de los dos. Asesinato premeditado por alguien del entorno: Con conocimiento del terreno, de la ruta de la pareja, y con la sangre fría suficiente para desaparecer. Crimen sin móvil aparente: Un extraño. Un oportunista. Un psicópata no relacionado con la víctima. Lo más difícil de rastrear. Las familias de Marc y Paula han exigido reabrir el caso. Han invertido dinero propio. Han ofrecido recompensas. Pero el expediente duerme. Porque sin confesión, sin testigos, sin ADN... la justicia a veces se apaga. Y eso, para quienes han enterrado a sus hijos sin saber por qué, es una segunda muerte. Tres crímenes. Tres nombres. Tres sombras que no se disipan. En un país donde cada caso cerrado es un alivio, los que quedan abiertos son cicatrices. Y los que se ocultan bajo el polvo... son errores de un sistema que prefiere mirar hacia otro lado. En este episodio hemos querido hablar de lo que nadie quiere recordar. Porque recordar es también exigir. 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Este contenido se genera a partir de la locución del audio por lo que puede contener errores.

Estos son tres crímenes reales sin resolver parte 5.

Pues sí, hoy nos metemos de lleno en tres casos que, bueno, que siguen siendo un auténtico enigma años y años después.

Y la verdad es que el misterio y el dolor siguen ahí, sobre todo para las familias.

Vamos con el primero.

Nos vamos a Zambora, al año 2000.

Susana Aceves, 25 años.

Una madre, joven, además, recién divorciada.

La encuentra muerta en su casa.

Sí, y al principio pues todo parecía apuntar a, digamos, un encuentro sexual que había salido mal, algo desafortunado.

Pero eso fue solo la primera impresión, ¿no? Claro, porque enseguida se vio que no cuadraba.

Una revisión más a fondo demostró algo, uf, mucho más turbio.

La escena del crimen estaba manipulada.

Pero manipulada con ciencia, de forma muy vasta.

Manipulada como, ¿qué encontraron? Pues de todo.

Colillas que no eran suyas, restos de bebidas que ella no tomaba, ropa interior con semen que, bueno, que no se ha podido identificar.

Y lo más, digamos, macabro, un preservativo que le introdujeron posmorte.

Artificialmente.

Increíble.

Una escenificación total.

¿Y el ADN de esas pruebas, de las colillas, del semen, qué? Pues nada, ahí está una de las claves del misterio.

No coincide con nadie fichado, ni con sospechosos que se investigaron en su momento, gente de su entorno.

Sigue siendo un perfil genético fantasma, por así decirlo.

Y eso, claro, alimenta las teorías que todavía hoy circulan.

Exacto.

Hay varias líneas principales.

Por un lado, la más evidente casi.

Un montaje.

Que el asesino o asesinos montaron todo eso para desviar la investigación.

Para confundir.

Para confundir.

Y quizás, fíjate, para señalar a la propia víctima.

Para crear una historia falsa sobre ella, jugando a lo mejor con prejuicios.

Sobre su vida.

Era divorciada en esa época.

Claro.

Eso conecta con otra idea.

La de que esos mismos prejuicios quizá afectaron a cómo se investigó al principio.

Justo.

Que la estigmatización pudo influir negativamente.

Y luego está la otra sombra.

La de un asesino muy frío, muy calculador.

Alguien que igual sabía cómo funcionaba la policía.

Qué pistas falsas dejar.

Y que sigue por ahí.

24 años después, sigue libre.

Y la herida para la familia de Susana, imagínate, sigue completamente abierta.

Una injusticia terrible.

Terrible.

Dejamos Zamara y damos un salto atrás a Alicante.

1992.

El caso de Gloria Martínez Ruiz.

Una chica de 17 años.

Sí, Gloria.

Endrezó voluntariamente en una clínica psiquiátrica, Las Torres de San Luis.

Por temas de ansiedad, creo recordar.

Buscaba ayuda.

Y estando allí, ingresada.

Desaparece.

La madrugaba del 19 de julio.

Sin más.

La versión que se dio, la oficial, fue que se había escapado.

Que salió de noche, semidesnuda, descalza.

Y que nadie la vio.

Pero esa versión hace aguas, ¿no? Por todas partes.

Resulta que las cámaras de seguridad, pues, no funcionaban ese día.

No hay testigos fiables.

Los registros de quien estaba de guardia son confusos.

Nadie, absolutamente nadie, puede asegurar que saliera de la clínica.

Ni cómo.

Desaparecer de un centro cerrado sin que nadie vea nada.

Es muy extraño.

Extrañísimo.

Y han pasado más de 30 años.

Ni una pista.

Ni un rastro.

Es un vacío total.

Y claro, las teorías intentan explicarlo.

Una sigue en la línea de la fuga, pero bueno, con un final trágico fuera.

Un accidente o que se cruzó con la persona equivocada.

Y la otra mira hacia adentro, ¿verdad? Hacia la propia clínica.

Esa es la otra gran hipótesis.

Que algo pasó dentro.

Una negligencia grave.

Un accidente.

Algo que se intentó tapar inventando la historia de la fuga.

Un encubrimiento.

Una posibilidad muy turbia también.

Muy turbia, sí.

Y luego hubo una tercera vía, que se tocó poco.

La de las redes de trata.

Pero bueno, no se investigó a fondo en su día.

Lo más triste es que Gloria, istrativamente, no está muerta.

No hay acta de defunción.

Es como si no existiera para el sistema.

Su madre, eso sí, sigue buscándola.

Incansable.

Uf.

Y llegamos al caso más reciente.

Girona.

Pantano de Susqueda.

Verano de 2017.

Marc Hernández, 23 años, y Paula Mas, 21.

Una pareja.

Una pareja joven, sí.

Se fueron de acampada al pantano, con su kayak, y ya no se supo más de ellos.

Pasan los días, salta la alarma.

¿Encuentran su coche? Sí.

Hundido en el pantano.

Claramente hundido a propósito.

Y semanas más tarde, lo peor.

Aparecen los cuerpos flotando.

Los dos.

Con signos evidentes de violencia.

La investigación se centró bastante en una persona, ¿no? Jordi Magentino.

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