
Audiolibro Conan el Barbaro- La Ciudad De Las Calaveras pt. 2 26d19
Descripción de Audiolibro Conan el Barbaro- La Ciudad De Las Calaveras pt. 2 50653r
Conan es enviado como esclavo a los galeotes. Intentará escapar con su amigo, pero lo que encontrarán les helará la sangre. 41676y
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La ciudad de las calaveras las puertas de la ciudad eran de bronce antiguo cubierto con una capa verdosa que había formado el tiempo tenían el aspecto de una gigantesca calavera humana con cuernos unas ventanas cuadradas y protegidas por barrotes que había encima del portal constituían las cuencas de los ojos y un poco más abajo había rejas en forma de rastrillo que semejaban los dientes sonrientes de una mandíbula reseca el jefe de los pequeños guerreros hizo sonar una trompeta de bronce el rastrillo se alzó y la caravana entró en la ciudad desconocida allí todo estaba construido y tallado en piedra rosácea la arquitectura era barroca llena de esculturas y frisos en los que destacaban en relieve demonios, monstruos y dioses de muchos brazos había rostros gigantescos de piedra rojiza que miraban hacia abajo desde los lados de las torres que terminaban en afiladas agujas a donde quiera que mirara Conan veía tallas en forma de calaveras humanas por todas partes estaban esculpidas en los dinteles de las puertas colgaban de las cadenas de oro sujetas en torno al cuello amarillo cobrizo de los meruvios cuyo único atuendo tanto para hombres como para mujeres era una corta falda aparecían en los escudos de los guardias que se encontraban en las puertas y en la parte delantera de sus cascos de bronce el grupo siguió avanzando por las amplias avenidas perfectamente planificadas de aquella fantástica ciudad los semidesnudos meruvios les abrían paso lanzando breves miradas curiosas a los dos fornidos prisioneros y a la litera de caballos en la que viajaba la princesa entre la multitud de ciudadanos de pecho desnudo se veía como sombras de color carmesí a unos sacerdotes de cabeza rapada y cubiertos de la cabeza a los pies con amplias túnicas de una diáfana tela roja delante de ellos entre las plantaciones de árboles cubiertos de flores de color escarlata azul y dorado se alzaba el palacio del dios rey tenía la forma de un cono gigantesco o de una aguja que surgía de una base plana y circular construida enteramente en piedra roja la redondeada pared de la torre ascendía en espiral como un extraño caracol cónico en cada una de las piedras del parapeto de forma espiralada había una calavera humana esculpida el palacio daba una impresión de ser una gigantesca torre construida con cabezas de muertos Zozara apenas pudo reprimir un estremecimiento al contemplar esos siniestros ornamentos y hasta Conan apretó los dientes con gesto osco pero que... pero que es esto? entraron por otra puerta en forma de calavera y de allí fueron pasando por macizas paredes de piedra y por enormes habitaciones hasta llegar al salón del trono del dios rey los azueri manchados y sucios de polvo del camino iban detrás en tanto que una pareja de guardias dorados armados con alabardas hornadas cogieron a cada uno de los prisioneros del brazo y los condujeron hasta el trono vamos vamos el trono se hallaba sobre un estado de mármol negro y estaba hecho de una enorme pieza de jade pálido esculpido con tallas formando sartas y cadenas de calaveras entrelazadas creando diseños fantásticos sobre este sillón macabro de color verde pálido estaba sentado el monarca semidivino que había hecho llevar a los prisioneros a aquel mundo desconocido a pesar de la seriedad de la situación Conan no pudo reprimir una sonrisa porque el rimpoche Halun Tongpa era un hombre bajo y gordito patizambo que sentado apenas llegaba al suelo su enorme vientre estaba cubierto por un fajín de tela dorada lleno de piedras preciosas en sus brazos desnudos gruesos y fofos había una docena de brazaletes de oro y sus dedos rechonchos estaban cubiertos por numerosos anillos relucientes la cabeza calva que coronaba su cuerpo deforme era terriblemente fea con papadas fofas y labios que colgaban dejando entre vernos dientes torcidos y amarillentos ceñía su frente una especie de casco puntiagudo una especie de corona de oro macizo incrustada de rubíes
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