La Dalia Negra: El crimen más oscuro de Hollywood q3060

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Exploraremos su paso fugaz por la vida, sus sueños de fama, los misterios que la rodearon, y finalmente el terrible desenlace que marcó para siempre las páginas más sombrías de Hollywood de la década de 1940. Os contaré paso a paso cómo era el mundo que la vio crecer y desaparecer.

Preparaos para adentraros en una crónica real plagada de secretos, rumores y un crimen sin resolver que, a día de hoy, sigue estremeciendo a quienes lo descubren por primera vez.

Hoy nos situaremos en la década de 1920, una época en la que Estados Unidos bailaba el ritmo del jazz y parecía vivir una euforia económica llamada los felices años 20. Sin embargo, este espejismo pronto se derrumbó con la Gran Depresión de 1929, sumiendo a millones de personas en la incertidumbre y la pobreza. Boston, una de las ciudades más antiguas del país, también sufrió el golpe, y en uno de sus barrios, Hyde Park, nació el 29 de julio de 1924 una niña llamada Elizabeth Short.

Hija de Cleo y Phib Mae Short, Elizabeth creció rodeada de sus cuatro hermanas mayores y pequeñas comodidades que se convirtieron en lujos inalcanzables cuando la economía familiar se vino abajo. En 1930, la situación empeoró. Su padre, Cleo, abandonó el hogar al dejar su coche en un puente, simulando su propio suicidio. Aquella decisión dejó una profunda huella en la familia. Sin ingresos estables, Phib tuvo que luchar por salir adelante, trabajando jornadas interminables para alimentar a sus cinco hijas. Durante los primeros años de la infancia de Elizabeth, su salud fue delicada.

Padecía asma y varias afecciones respiratorias que la obligaban a pasar los inviernos en Florida, buscando un clima más benigno. Allí, entre brisas cálidas y paisajes costeros, empezó a forjarse en su imaginación una vida distinta, libre de apuros económicos y con sueños de grandeza. Con apenas 18 años, la joven se enteró de que su padre, Cleo, estaba vivo y que residía en California. Un hilo de esperanza la impulsó a escribirle, deseando recomponer aquella relación inexistente y, por otro lado, también poder acercarse a Hollywood, que era el epicentro de los sueños cinematográficos.

Así fue como en el año 1942 se aventuró a cruzar el país, dejando atrás la seguridad de su casa y a su madre para poder reencontrarse con aquel hombre que había desaparecido años atrás sin dar ninguna explicación. Los primeros días junto a su padre no fueron sencillos. Él esperaba que su hija hiciera las labores de ama de casa, mientras que Elizabeth, llena de idealismo, se empeñaba en abrirse camino en el mundo del espectáculo.

La convivencia se tornó tensa y pronto,