Jarama Classic 2025: Mis 5 coches favoritos d6g2u

Deportivamente hablando, el circuito de Madrid Jarama Race es como mi casa, la verdad es que no, voy a ser sincero, es mucho más que eso.

Es el lugar donde conocí a muchos de mis ídolos, donde soñé con ser piloto, donde conseguí ser piloto, donde probé muchos coches y conocí a mucha gente maravillosa.

Y hoy vuelvo aquí a un evento imprescindible y que nunca me pierdo, el Jarama Classic.

Y los protagonistas seréis vosotros, y además cinco coches que vamos a elegir que son los coches que más nos han flipado.

¡Bienvenidos al Jarama Classic México! ¡El día de hoy con vosotros! Este trazado se inauguró el 1 de julio de 1967. Es un trazado espectacular, con curvas, algunas de ellas inspiradas en otros circuitos, como Le Mans, que ahora tenemos ahí, Bugatti o Monza.

Lo diseñó John Hugenhoff, que fue diseñador, entre otras catedrales del mundo del motor, del circuito de Suzuka y del precioso circuito de Zandvoort.

Se convirtió en el centro del motor de España, porque en esos momentos, los primeros años, era el único circuito permanente de todo el país.

Y fue un revulsivo para la competición de coches y de motos, por supuesto.

Y enseguida llegó la Fórmula 1 a este circuito. Llegó el 12 de noviembre de 1967, cuando se disputó la decimoquinta edición del Gran Premio de España.

Desde entonces, ¿cuántas cosas han pasado? En muchas de esas cosas yo estuve, en otras no, pero vamos a contar, no todas, pero unas cuantas.

Por ejemplo, estuve en el debut de Emilio de Villota, en 1976. Rodrigo me recordaba que ese año no se pudo clasificar, pero volvió Emilio y yo a verle en 1977.

Lo vi desde una pelus que estaba por ahí, que estará Rodrigo enseñándonos unas imágenes. Ahora está vacía, hoy está vacía, luego a lo mejor hay gente.

Cuando yo estuve ahí, había muchísima gente. Y es que el circuito era distinto por trazado.

Ahora os voy a enseñar el trazado antiguo. Hay un plano que vale la pena. Y las cosas eran muy distintas en esos años.

El trazado era distinto y la curva, que ahora se llama de la Ípica, no existía. Y en mi caso, que no andaba muy bien de dinero, yo me vine aquí con tienda de campaña a pasar la noche dos noches.

Me vine el viernes y dormí el viernes y el sábado. Y era una auténtica maravilla, porque por la noche, la tarde de noche, me bajaba a boxes, podías entrar a los boxes, veías a los pilotos, a los mecánicos. Una auténtica maravilla. Donde me duchaba era donde ahora es la curva de la Ípica.

Y la verdad es que ese año, 76 y 77, disfruté un montón, porque era la primera vez que veía los Fórmula 1 en directo.

Y además el Tributo de Jarama tiene una cosa muy buena. Es que ves a los coches muy, muy de cerca.

Hemos encontrado aquí un tesoro, porque es el plano de atrazado auténtico del Circuito de Jarama.

Como veis, es distinto al final de recta, que ahora tiene una pequeña curva a izquierdas. Y luego el final de recta es distinto y se alarga un poco.

Y sobre todo es distinto a la parte de la Ípica. Esta curva se llamaba La Ciega. La curva sigue existiendo, pero se enlaza con otra que va para allá.

Y hace un curvón muy grande que se llama la curva de la Ípica, donde os digo que yo estaba acampado y me duchaba allí.

El circuito ganó longitud. A mí el cambio de la parte de la Ípica me gusta mucho.

Este final de recta, que era muy característico de Jarama, porque era una curva de doble radio, podías entrar muy rápido, pero luego se cerraba, casi me gustaba más.

Había más alternativas de adelantamiento en el trazado antiguo. Pero bueno, la verdad es que sigue siendo un trazado muy técnico, porque además estamos viendo un plano.

Pero Jarama es de esos circuitos que además hay pendientes. Hay aquí una subida a Pegaso, que te permite hacer esta curva a fondo.

Y luego la famosa bajada a Bogatti. Para mí, no sé si la curva más difícil, pero desde luego la que más miedo da.

Esto no estaba en el guión, pero es que en el Jarama me fluyen los recuerdos.

Y estaba viendo esta pequeña recta, que veis, parece pequeña, pero se entra muy deprisa.

Pues aquí en 1978, Carlos Alberto Ruttemann, el gran piloto argentino, se quedó sin frenos, prácticamente sin frenos en su Ferrari.

Se salió, se llevó todas las protecciones que había entonces y fue la última a la que le detuvo.

Se quedó prácticamente colgado. No llegó al paddock, de milagro. Afortunadamente, nadie se hizo daño.

Ni el piloto, ningún espectador, ningún mecánico, nadie. Un milagro.