¿La Luna es un artefacto artificial alienígena? 6y5x1x

Hace miles de años, la Luna despertó la fascinación de las antiguas civilizaciones, que la idolatraron y le dedicaron rituales.

En la actualidad, este satélite natural sigue siendo objeto de iración para la humanidad, especialmente desde que el astronauta Neil Armstrong pisó su superficie por primera vez en 1969.

Desde entonces, los científicos han intentado resolver uno de los grandes misterios.

¿Cuál es su origen? Existen múltiples teorías sobre el origen de la Luna, desde explicaciones científicas ampliamente aceptadas, como la hipótesis del impacto gigante, que sugiere que se formó tras la colisión de un protoplaneta llamado Theia con la Tierra, hasta propuestas más extravagantes, como la teoría de que la Luna podría ser hueca, y aún más sorprendente, una estructura artificial creada por seres inteligentes.

Esta última hipótesis comenzó a ganar atención a mediados del siglo XX, cuando los sismógrafos colocados en la Luna durante las misiones Apolo registraron fenómenos inusuales.

Por ejemplo, en 1969, la tripulación del Apolo 12 dejó caer intencionalmente el módulo espacial sobre la superficie lunar, lo que produjo un sonido similar al de un gong resonando durante ocho minutos.

Un año después, el cohete Saturno del Apolo 13 impactó la Luna, provocando una vibración que duró más de tres horas.

Estos eventos llevaron a algunos expertos a especular que la Luna podría ser hueca, ya que no encontraban otra explicación para estas prolongadas resonancias.

Uno de los defensores de esta idea fue Ken Johnson, supervisor de las misiones Apolo de la NASA, quien afirmó, la Luna no sólo sonó como una campana, sino que todo el astro se tambaleó de manera precisa, como si hubiera amortiguadores hidráulicos gigantescos en su interior.

A principios de la década de 1970, los científicos soviéticos Alexander Shcherbakov y Mikhail Basin publicaron un artículo titulado «¿Es la Luna una creación de seres inteligentes?», en el que exponían una teoría aún más audaz.

La Luna sería una nave espacial artificial construida por una civilización alienígena avanzada.

Según ellos, este «satélite artificial» habría sido diseñado como una especie de «arca de Noé» cósmica, equipada con tecnología necesaria para largos viajes interestelares y capaz de albergar vida extraterrestre durante millones de años.

Shcherbakov y Basin argumentaron que la estructura de la Luna estaba diseñada para resistir impactos de meteoritos y fluctuaciones extremas de temperatura.

Proponían que poseía una doble capa protectora, una armadura interna ubicada a unos 3,5 kilómetros de profundidad y una cubierta externa más fina compuesta de polvo lunar.

Esta configuración explicaría por qué los cráteres lunares no son tan profundos como cabría esperar.

Según ellos, los meteoritos impactaban contra la capa externa, que actuaba como un amortiguador frente a una barrera impenetrable.

Para respaldar su teoría, citaron estudios del físico Kirill Stanyukovich, quien sugirió que los cráteres lunares podrían ser el resultado de millones de años de bombardeos por objetos celestes.

Según cálculos basados en estos impactos, un meteorito de gran tamaño debería penetrar la superficie lunar a una profundidad varias veces superior a su diámetro.

Sin embargo, cráteres como Aristarco, de 40 kilómetros de diámetro, tienen apenas 3,7 kilómetros de profundidad.

Para Shcherbakov y Bassin, esto indicaba que los meteoritos chocaban contra una barrera esférica impenetrable, bajo la capa superficial de polvo.

Además, destacaron la presencia de elementos químicos en las rocas lunares, como cromo, titanio y circonio, conocidos por sus propiedades refractarias, mecánicas y anticorrosivas.

Estos materiales, ideales para resistir condiciones extremas, parecían ser deliberadamente seleccionados para proteger la estructura interna de la Luna.

Los investigadores concluyeron que, aunque la tecnología de esta supuesta nave espacial había sufrido daños con el tiempo, evidenciados por grietas y anomalías,