
TENÍAMOS QUE HABLAR (y llegó el teléfono) 4r2d4d
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Echando un cable y hablando a miles de kilómetros. Brujería del siglo XIX. Puedes dejar tus críticas y opiniones en caja de comentarios, puedes ar con nosotros a través del email: [email protected] Unirte a nuestro canal de Telegram: https://t.me/sayonarafm Si te gusta lo que hacemos puedes dejarnos un like y comentarlo para darle mimitos al algoritmo. Tambien puedes invitarnos a una fanta en: https://ko-fi.com/sayonarababy https://paypal.com/paypalme/sayonarafm Gracias por visitarnos, por tu ayuda y colaboración 😊 Más capítulos disponibles y posibilidades de escucha: ⏭️ https://linktr.ee/sayonarafm ⏮️ 465g6e
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¿Te imaginas un mundo sin teléfono móvil? Bienvenido a Sayonara Tecno, el podcast casi diario de reflexión sobre tecnología y ocio.
Actualidad, retro y futuro unidos en un mismo programa de 10 minutitos aproximadamente.
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Muy buenas gente, ¿qué tal? Soy Toni de Sayonara Baby.
Si bien el otro día hablábamos de las distintas formas que tenemos de poder comunicarnos, dejando a un lado el teléfono móvil o el smartphone, y ahí hablábamos de los radioaficionados, de Lora, hablábamos de Starlink, he pensado que también sería interesante que hablásemos, sí o sí, de lo que sería la llegada del propio teléfono.
Imaginad por un momento un mundo sin videollamadas, sin TikTok, sin siquiera un misero emoji o un GIF de estos que estamos acostumbrados a mandarnos.
Un lugar donde si querías hablar con tu abuela, con tu madre, con tu tía, con un amigo, tenías que gritarle desde una ventana, o en el peor de los casos, tenías que desplazarte hasta el sitio para poder comentar o hablar o decir lo que quisieras.
Pero un buen día, allá por el año 1876, un señor con barba llamado Alexander Graham, Graham Bell, vamos a decirlo bien porque de ahí viene un poquito también luego el nombre del propio teléfono, dijo ¡Basta ya! ¿Y si inventamos algo para que la voz viaje solita? Y así, entre cables, imanes y alguna que otra chispa, nace el teléfono.
La primera llamada de la historia fue algo así como un WhatsOn, ¡Ven aquí que te necesito! Y desde entonces, la humanidad no ha parado de necesitar cosas y de llamarse para pedirlas.
Al principio, el teléfono era un aparato tan exclusivo que solo unos pocos privilegiados podían darse el lujo de tener uno.
Era como tener un...
¿Cómo se dice algo así extraño? Un unicornio parlante en casa.
Pero como todo buen chisme, la noticia se corrió como la pólvora y la gente empezó a querer tener su propio aparato, su propio hilo invisible.
Las centralitas telefónicas se llenaron de operadoras con voces amables, o a veces no tanto, y conectando llamadas a mano.
Como si de un juego del Twister se tratara.
Si querías hablar con alguien de otra ciudad, la cosa se ponía seria.
Era casi una misión de espionaje.
En estas centralitas, además, se podía escuchar y, claro, se podía supervisar todas las llamadas, se podía monitorear para que nos entendáis.
Y claro, España no iba a ser menos.
Nos vamos a finales del siglo XIX y los teléfonos empezaron a llegar a la península.
Primero, como es lógico y es normal, a las grandes ciudades como fue Madrid y Barcelona.
Imaginad el revuelo que se produjo.
¡Manolo, que la vecina ya tiene teléfono! ¡Ahora podemos cotillar sin salir de casa! Al principio, también era un lujo.
Un símbolo de estatus.
Pero luego, poco a poco, las cabinas telefónicas se convirtieron en el centro de reuniones, donde la gente hacía cola para hablar con sus seres queridos y soltando los chismes del día con la misma pasión que en un comentarista de fútbol, en un corrillo o cosas así.
De hecho, durante un tiempo, los teléfonos también se utilizaban como una especie de reclamo.
Y era habitual verlo en pequeños comercios, en pequeños bares, donde se daba este servicio de poder hacer llamadas previo-pago o post-pago, también hay que decirlo.
Pasan los años y ese ladrillo inicial fue poco a poco adelgazando y hasta aprendió a echar fotos.
Primero llegan los teléfonos con rueda, que tenías que meter el dedo y girarlo para marcar el número que querías.
Luego los teléfonos con teclas y finalmente vemos que ya todo el mundo va con móviles.
Esos aparatos que al principio parecían walkie-talkies gigantes se fueron transformando en los actuales smartphones que llevamos ya prácticamente todo el mundo en el bolsillo.
Ahora tenemos en la palma de la mano una supercomputadora que nos permite no solo hablar, sino también ver series, jugar, trabajar, ligar, pedir comida y prácticamente cualquier cosa que se te ocurra.
Hay aplicaciones para todo.
¿Y qué más podemos hacer con todo esto? Pues podemos visionar, especular, charlar con inteligencias artificiales.
Que parece que esto va a ser muy divertido.
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